El anacahuite es el árbol consentido, por estar precisamente
en el corazón del parque central de San Nicolás; y desde allí, con sus
extendidas ramas cubiertas de follaje da el abrazo de bienvenida al visitante.
Sus raíces son el símbolo de unidad que existe entre las
familias sannicolasenses; su sombra, es como un padre que brinda protección a
sus hijos en el momento justo, pues en época de verano se reviste para recibir
con frescura a niños y adultos.
Muchos se han olvidado de esta tierra, pero el anacahuite
continúa firme, fiel e imponente, observando la evolución histórica de su
entorno geográfico.
Ha estado presente en cada discurso, y ha escuchado el
rosario de promesas hechas por los políticos, cuando buscan desesperadamente el
voto.
También recuerda cuando el Prof. Gilberto Valle Castellón,
le dió la oportunidad de ser el centro de atención, al sembrarlo un día del
árbol en 1928, y es por eso que con su gigantesca figura invita a que ese
ejemplo se imite porque hoy mas que nunca, el hombre necesita de los arboles
para seguir viviendo.
No se puede hablar de la historia de San Nicolás, sin
mencionarlo, él sabe de los hijos bondadosos y de aquellos que han sido
indiferentes a un pueblo que los necesita; porque los conoce de cerca, los ha
visto crecer.
Él sabe de tantas aventuras infantiles y centenares de
declaraciones amorosas, pero él no dice nada, aunque lo sabe todo.
Siempre ha estado al frente observando lo que hace cada
funcionario y nadie puede excusarse porque él, es la conciencia de cada quien.
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